Detener el tiempo.

¿Dicen que el amor con el tiempo muere?  
Quiero detener el tiempo, para poder morir contigo eternamente.
Siempre he tenido miedo de que nuestro amor con el tiempo sea frío, distante.

Recuerdo cada momento de ternura, cada caricia,  cada abrazo, cada beso, y no me resulta diferente ahora.
Más bien creo que es mucho más intenso, porque con el tiempo hemos aprendido a amarnos.
Hemos aprendido a amar cada uno de nuestros defectos, a reírnos de ellos.
Hemos aprendido a compartir todo, sea bueno o malo.
Hemos llorado juntos y hemos reído, nos hemos enfadado y nos hemos reconciliado.
Hemos compartido tantos secretos, tantas batallas.
Hemos caído juntos y juntos siempre nos levantamos.

Todavía me sorprende esa conexión que tenemos, que los dos pensamos lo mismo a la misma vez y eso ha sido gracias al paso del tiempo.
Que el tiempo pasa eso es un hecho, no lo podemos controlar, lo que si podemos controlar es como lo vivimos.

Yo lo tengo claro, hoy quiero pasar mi tiempo contigo.
Quiero tomar ese café de media tarde y que en silencio nos miremos.
Quiero adivinar lo que piensas mientras miras al infinito.
Que acabemos riendo hasta no poder más por algo que solo nosotros entendemos.

Sigo sintiendo esas ganas de morderte la boca cuando me miras de esa forma que solo tú sabes.
Sigo viendo en esos ojos oscuros llenos de dulzura, todo un universo para mi sola.

Y cuando te acercas a mí, todavía me derrito al notar tus dedos por debajo de mi camiseta.
Consigues que me estremezca y que salten miles de mariposas, si, esas mariposas que el mundo cree que solo aparecen con el primer amor, la primera caricia, el primer beso.

Has recorrido cada rincón de mi cuerpo.
Conoces  todos los atajos que pueda haber para llegar al paraíso, a nuestro paraíso escondido, el que solo conocemos tú y yo.
Si alguna vez sientes que soy diferente, cuando pasas por mi lado,  me notas distante, recuérdame las veces que pasabas por mi lado  rozando mi cuerpo y conseguías estremecerme.

Recuérdame el camino, muéstrame todos los atajos que recorríamos juntos y de paso podemos ir por el camino más largo.
Si alguna vez al mirar mis ojos no ves ese brillo especial, recuérdame las veces que cruzamos las miradas y sobraban las palabras, nos amábamos con solo mirarnos.

Recuérdame ese universo que tienes en la mirada, te aseguro que no podré resistirme.
Acerca tu boca a la mía, roza mis labios como si tuvieran electricidad.
Si te muerdes el labio como sueles hacer, no podré resistirme, te morderé, tomaré cada rincón de ese camino que hemos construido juntos.
Me perderé en ti, en esos ojos oscuros, esa manera de mirarme como si me desnudaras sin tocarme.

Sé que debería enfadarme cuando olvidas nuestro aniversario, o eso creo, porque en realidad tú crees que no es un día especial, piensas que cada día que pasamos juntos son especiales, cada amanecer, cada buenos días, cada beso.

Verás que ni el paso del tiempo hará que dejemos de querernos, al menos hoy, no sé qué pasará mañana, pero hoy te quiero a mi lado.
Ni el tiempo nos quitará las ganas de escaparnos a un rincón, para besarnos a escondidas como adolescentes.

Esa caricia inesperada, ese abrazo cuando más lo necesito.
No sé si fue el destino el que te puso en mi camino, cuando más lo necesitaba, en realidad no sé si creer en el destino, o en el libre albedrío.

Podríamos haber escogido a otra persona, pero nos elegimos, no sé que nos deparará el futuro, pero tengo claro que lo aceptaré si es contigo.
El amor cuando es sincero, no puede ser frío ni distante.

Dicen que el amor con el tiempo muere.
Pues yo detendré el tiempo y moriré contigo eternamente.





Recuerdos escondidos


Igual que cada año, por la misma carretera.
Igual que cada verano, con las mismas maletas.
El mismo coche de siempre, con la misma música.
El mismo recorrido y las mismas paradas.
Pisando el mismo suelo, entrando en la misma casa.
El mismo sofá de siempre y la misma cama.
El mismo puente inestable, en la misma pradera.
El mismo árbol gigante con la misma sombra.
Ese mismo aroma de siempre, a magdalenas recién hechas.
Los mismos escondites, las mismas montañas.
Así lo recuerdo cada año, así lo archiva mi memoria.
Recuerdo las siestas de media tarde, 
nuestro secreto cuando no quería dormirlas.

Escuchar contigo la radio mientras te miraba como limpiabas.
Aunque parezca tedioso, me encantaba esa monotonía.
Moría por escuchar tus batallas mientras preparabas la comida.
Hasta que ese viaje pasó a ser cada dos años, ya apenas te veía.

Ya no era el mismo coche, no se escuchaba tu música.
El recorrido de siempre ha cambiado, no será la misma parada.
Ni el mismo suelo ni la misma casa.
Ni el mismo sofá ni la misma cama.

Ese puente tan inestable que pasaba corriendo, no le quedan más que telarañas.
Ese árbol en el que me tumbaba mientras leía esos cuentos que tú me regalabas, ya no da los mismos frutos, ni da la misma sombra.

No reconozco ese aroma, pero sé seguro que no son magdalenas.
No hay escondites por donde jugar, todo está lleno de hierba.
Mis siestas ya no son lo mismo, no hay nadie que me rescate de ellas.
Echo de menos oír esa melodía mientras veía como limpiabas.
Ni tus batallas ni tu comida, ni tus magdalenas, ni tus montañas.

Dejaste un nudo con una gran cuerda, de esos que no pueden deshacerse.
Dejaste un nudo en mi garganta y un vacío en mi maleta.
Ya no habrá más viajes, no habrá más paradas.
Ni melodía ni aroma, ni escondites ni batallas.
Has dejado mi maleta vacía, solo dejaste un nudo en la garganta.







Aprendiendo lo desaprendido

Estoy dejando de buscar respuestas absurdas en ese viejo baúl carcomido de culpas y desastres.  Estoy dejando la culpa atrás, mientras camin...