Conexión

Cuando estoy en la montaña, me gusta cerrar los ojos, sentir la brisa en mi rostro y oír los árboles murmurar. Es como si el mundo inhalara y exhalara una y otra vez. 
Ellos están conectados por una fuerza especial y se protegen unos a otros. 
Qué bonito sería que eso sucediera con las personas. Que con tan solo una mirada, pudieras penetrar en su tristeza o su melancolía y deshacer cada nudo que oprime su pecho y liberes de toda esa carga que cree que debe soportar. 
Miro los rostros de los transeúntes y veo en sus ojos ese brillo que les hace diferentes. Cada una de esas personas tienen una historia que contar, unos ojos a los que mirar con amor, una voz a la que escuchar. Quizá se pregunten si han hecho suficiente, si han amado bastante, si han escuchado lo necesario y qué les quedará por recorrer, por vivir o por soñar. Inhalo y exhalo y siento el aliento de los árboles. El rugido de su fuerza fiera al azotar la nostalgia. Cada una de esas hojas caduca que se desprenden aceptando que han dejado su hueco para un nuevo brote. Así es la vida, aceptar y seguir adelante.




En reconstrucción

Me he dado cuenta de que necesito una completa rehabilitación. Intento una y otra vez que mi espacio sea habitable, cuando en realidad sé que necesita cimientos más fuertes. Me niego a demoler lo que tanto me costó mantener en pie. Después de tantas tormentas, necesito creer que todo lo que intenté sostener durante tanto tiempo, ha servido para evitar el derrumbe. Esta vez no levantaré muros infranqueables. Sé que debo arreglar tabiques que quedaron agrietados.
Las tejas que se desprendieron con el fuerte vendaval, las sustituiré por otras más firmes. 
Debo también, abrir en mis ojos unos grandes ventanales, para no perder su brillo.
Plantaré nuevas semillas en mis costillas y las cuidaré como nunca me supe cuidar.
Montaré una librería enorme en mi caja torácica y colocaré todos los libros del mundo. Cuidaré con mimo cada detalle del interior. Ahora más que nunca, necesito sentirme hogar. Hacer por mí lo que debí haber hecho mucho antes y nunca creí merecer. 
Así que, después de la reforma, si me cuidas, te invito a tomar un café. Y puede ser el café más largo de nuestra vida. 



Cielo en llamas

El cielo está en llamas y varias sombras danzan en derredor realizando su ritual nocturno. 
Las estrellas comienzan a desnudarse y pronto exhibirán su brillo majestuoso.
Intento atrapar entre mis dedos, ese intenso color antes de que la noche lo devore.
La nostalgia tiene un brillo especial esta noche y yo intento bañar mi cuerpo con ese fuego intenso. Seré un alma del averno y derruiré cada uno de esos muros que construyeron a mi alrededor.
Quizá consiga recobrar la cordura, si es que alguna vez la tuve. 
O tal vez ese fuego consiga alcanzar el proyectil que llevo guardado dentro y todo lo que nunca dije, volará por los aires. 





Dulces sueños

Te has acurrucado de nuevo entre mis sábanas. Aunque esta vez no cubriré tu cuerpo cuando tengas frío. Mis nudillos ya no sangran al golpear la almohada, creo que aprendí a protegerlos con mitones de acero.
Fuiste tú quien quiso abofetearla una y otra vez. Dejando mis párpados inflamados y hundidos.
Mi boca ha dejado de expulsar esquirlas que se desprenden de la garganta. 
Me doy cuenta de que hace varias noches que no grito en silencio. Debe ser porque estoy aprendiendo a ponerle nombre y apellido. Dejo que tus gritos queden enterrados en el vertedero, donde no debieron salir nunca.
No acunaré nunca más tu rostro en mi almohada.
Ni cubriré tu cuerpo cuando tengas frío.
Que tengas dulces sueños.



Pregunta mañana

¿Que cómo estoy? Bien...
Bueno, tengo que decir la verdad, no?
¿Puedes preguntar mañana? Prometo estar bien entonces. Prometo decirte que me he sonreído, que he bailado descalza y en ropa interior.
Hoy necesito no estar bien, creo que puedo permitirme un día así, no?
Mañana quizá te cuente mis progresos. Tal vez te diga que tengo tantos proyectos que no sé por dónde comenzar.
Te explicaré que ya no me desgarra la piel los fantasma del pasado y conseguí enterrar todo lo que un día me destrozó. Pero hoy quiero hundirme en una almohada blandita y descargar toda la frustración y el dolor que nunca nadie entenderá.
Mañana, estoy segura de que podré explicarte que me miré al espejo y me sentí guapa, que me arreglé para mí y salí a explorar nuevos lugares. Que sigo soñando despierta con un mundo paralelo donde todo es diferente. Que tal vez no sea una idea descabellada esa de irme sola de viaje, saber que soy capaz y suficiente.
Pero hoy necesito ser ovillo y quedarme agazapada en un rincón. Que nadie me vea llorar y llorar hasta deshidratarme. Ponerme música triste y sentir que todas las letras las escribieron para mí. Sentirme tonta y rara y que nunca estaré a la altura del mundo.
Necesito sentir que puedo sentirme así sin sentirme culpable.
Por favor...
Pregúntame mañana.
Prometo comerme el mundo.
Pero hoy NO




Aprendiendo lo desaprendido

Estoy dejando de buscar respuestas absurdas en ese viejo baúl carcomido de culpas y desastres.  Estoy dejando la culpa atrás, mientras camin...