Dulces sueños

Te has acurrucado de nuevo entre mis sábanas. Aunque esta vez no cubriré tu cuerpo cuando tengas frío. Mis nudillos ya no sangran al golpear la almohada, creo que aprendí a protegerlos con mitones de acero.
Fuiste tú quien quiso abofetearla una y otra vez. Dejando mis párpados inflamados y hundidos.
Mi boca ha dejado de expulsar esquirlas que se desprenden de la garganta. 
Me doy cuenta de que hace varias noches que no grito en silencio. Debe ser porque estoy aprendiendo a ponerle nombre y apellido. Dejo que tus gritos queden enterrados en el vertedero, donde no debieron salir nunca.
No acunaré nunca más tu rostro en mi almohada.
Ni cubriré tu cuerpo cuando tengas frío.
Que tengas dulces sueños.



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