Estoy balanceándome en un columpio, mi cuerpo se eleva cada vez más, ya no necesito ejercer fuerza con mis piernas, la inercia incrementa la amplitud elevándome a lo más alto. Como si una tormenta de arena atravesara mi cuerpo, el aire sacude mi rostro y araña con partículas de recuerdos pasados y presentes.
Me cuesta respirar y esa fina arena se mezcla con mi sangre y mi suelo desnudo de ausencias. No sé cuánto tiempo aguantaré en este estado gravitatorio. En esta subida y bajada de emociones que dejan patas arriba todos mis órganos. Quizá sea mejor que salte al vacío y esperar que mi cuerpo caiga de pie como los gatos.
Pero posiblemente no sea el caso.
Ya malgasté demasiadas vidas intentando no caer y a mi cuerpo desierto no le quedan más tormentas.
Espero que te guste lo que lees
Si te ha gustado, puedes apoyarme y adquirir un ejemplar de Kintsugi, mi primer poemario.
Muchas gracias por leerme.