A menudo, sin quererlo, te sorprendes mirando en tu interior, en lo más profundo. Allí donde nadie mira y donde pocas veces te detienes demasiado. Te das cuenta de que esas heridas que juraste que eran cicatrices, sangran de vez en cuando y esas absurdas nimiedades, duelen más de lo que quieres admitir.
El arte es el mecanismo de defensa más potente del que disponemos para curarnos, deshacer los nudos y liberarnos. "Kintsugi" (Olelibros)
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Inventario de una ausencia
Se fue. Se fue igual que vino, como un relámpago, y no supe cómo detenerlo. Se fueron sus mentiras y sus verdades, y todos sus disparate...

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¿Cómo quieres que escriba un poema, si ya no hay palabras que salven nuestros renglones? Lo que fue brisa se volvió huracán. Ya no siento qu...