Dónde coloco las palabras

No sé bien en qué lugar colocar las palabras.
Quizá las deje asomar poco a poco, mientras se deslizan por mi tráquea, se abran paso, deshaciendo todos esos nudos que encontrarán por el camino. 
Tal vez, si las dejo huir, se escapen disparadas como proyectiles a gran velocidad y ellas solas encuentren el sentido. 
Tampoco sé en qué lugar lanzar mi silencio. 
Ese que se agarró fuerte en mis cuerdas vocales. 
Me ahoga un grito y solo deja escapar un gemido que, a menudo, se atraganta y baja hasta mi caja torácica. 
Nunca encontraré el verso perfecto que pueda plasmar todo lo que dejo enjaulado dentro. 
Esas palabras presas. 
Debe ser porque siento más de lo que hablo. Pienso más de lo que escribo. 
Ya no me quedan cuadernos. 
Ni tinta. 
Ni versos.





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