Un futuro imperfecto

Sostengo tu mirada en nuestro pretérito tan imperfecto.
Como si no hiciera mella en nuestros rostros y en nuestra sonrisa. 
Espero, tal vez, que dediques una sonrisa, de esas que germinaban y se acunaban en mi pecho.
Aguzo en oído, con la esperanza de encontrar en tus palabras esa melodía que siempre quise tararear junto a tu boca.
Aprieto mis manos contra mis pulmones e intento inhalar y exhalar el poco aliento que nos queda en esta fría estancia.
Mis costillas se han hecho nido y ahora son frágiles ramas que desgarran mi piel y esperan cobijo.
Quizá no debí saltar al vacío con mis pequeñas alas. 
Si nunca me enseñaron a aterrizar sin herirme.
Ahora debo tejerlas de nuevo.
Limpiar la sangre de mis plumas.
Hasta volver a verlas de nuevo con ese blanco de NO ME RINDO. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Qué nos queda después de la poesía

La poesía es el anestésico perfecto para mitigar el dolor de cualquier verdad, que a menudo estrangulamos con alegorías, aunque estas sean i...