Veo cómo se quiebran las palabras rendidas ante la ausencia.
Y me pregunto qué pesa más: la ausencia o el vacío que deja.
Muda la palabra, agotada y aturdida, deja espacio a un grito que reverbera en el silencio de oídos sordos.
Ya no nace la palabra; solo tiembla en el hueco de algo que ya no se distingue de una despedida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario