Tejiendo quimeras

No te quedes a mi lado si no lo sientes.
No insistiré más.
Deberías leer en mis ojos cuánto te he necesitado.
El vértice de mis brazos ya no encuentra refugio en los tuyos.
Ya no hay melodías ni bailes de medianoche.
Me acostumbré a la soledad de una estancia llena, pero vacía por dentro.
En mi caótico espacio, no supiste (o no quisiste) acurrucarte a mi lado.
Y, engullendo mis ganas y mis silencios, dejabas nuestros sueños en puntos suspensivos.
Dejé impregnadas mis mañanas de deseos inalcanzables, y tú, a kilómetros de mí, no encontrabas la puerta de entrada… ni la de salida.
Me acostumbré a levantar mi castillo y mi fortaleza, y me quedaba tejiendo quimeras.
Ya no necesito tantas armaduras para sostener la vida.
Aprendí a manejar la ira con pequeños grandes momentos que lograron llenar esos huecos vacíos.
Sigo aprendiendo...
Sigo rellenando grietas con polvo de oro y plata. Porque no, yo nunca me rindo.
¿Y sabes qué?
Contigo sí lo he hecho.



Silencios rotos

Todavía pesa, claro que pesa, pero, joder, no puede ser siempre todo bonito y brillante. También existen los colores grises, aunque a menudo no quieras reconocerlo. Debes tener días malos. Recordar todo por lo que has pasado para darte cuenta de lo que has avanzado y lo que has superado. ¿Y qué más da si nadie se da cuenta? Si tampoco se dieron cuenta cuando caíste y estabas en el fango. ¿Quién te ayudó a salir de él?
Sabes perfectamente que te necesitas, por encima de todo, eres el amor de tu vida. Aunque en muchas ocasiones te hayas odiado, rechazado o culpado por cosas que no estaban en tu mano.
Eres tan fuerte que no eres consciente de lo que eres capaz de resistir, hasta que no te quedó otra opción que hacerlo.
Y ¿qué? Estás aquí, superando obstáculos y subiendo escalones que jamás pensaste que lograrías subir.
Debes sentirte orgullosa de todo lo que has logrado en silencio. Porque nadie ha sufrido tus rasguños ni ha curado tus heridas más que tú.
Valórate, joder, que ya va siendo hora.
Mereces más sonrisas que lágrimas y más bailes que heridas.
Nunca es tarde.
No lo olvides.
Y quien quiera seguirte, será bienvenido.
Quien no te acepte, ya sabe dónde está la puerta de salida.
La vida es demasiado corta para perder el tiempo.
¿No crees?




Cómo quisiera contarte

Cómo quisiera contarte que en mi cielo ya no veo solo nubes negras. Y si las hay, las transformo en animales gigantes. Las moldeo a mi antoj...