En qué parte de mi hemisferio coloco el silencio, porque quizá ninguna de las dos partes esté ya conectada y nuestros recuerdos yacen perdidos en ese abismo que nos separa de lo que fuimos.
Si es que fuimos algo en algún momento.
Me desespera este estado de embriaguez constante, este ir y venir de sentimientos sin sentido.
A veces creo escuchar un eco, una vibración tenue que intenta recordarme quién era, pero se disuelve antes de alcanzar la forma. Y me pregunto si vale la pena seguir hurgando en esos restos, o si es mejor dejar que el silencio termine de cubrirlo todo. Porque quizá en ese vacío que tanto temo, aún quede un espacio para reconstruirme sin las sombras de lo que ya no entiendo.










