Sombra y silencio

Hay días en los que avanzas diez pasos, 
y sin embargo, otros días solo queda una sombra que se alarga en el silencio, 
como si el tiempo se hubiera detenido solo para ti.
Las horas pesan, los pensamientos te arrastran, y todo lo que ayer parecía posible hoy se esconde tras un velo gris.
No hay ruido, solo el eco de lo que no fue,
de lo que pudo ser y no fue suficiente.
Y en esa quietud que duele, en esa calma que no consuela, uno aprende a convivir con la ausencia de fuerzas, de respuestas y de sentido.
Pero aun así, la sombra está ahí y si existe sombra, 
es porque en algún lugar todavía hay luz.








Inventario de una ausencia

Se fue. 
Se fue igual que vino, 
como un relámpago, 
y no supe cómo detenerlo.
Se fueron sus mentiras y sus verdades, 
y todos sus disparates.
Se fue el vacío y la ausencia.
Se fueron las ganas de estrujar la coherencia.
Se fueron las noches en vela, 
y las velas encendidas.
Se fueron los brindis con vino 
y las borracheras de besos escondidos.
Se escondió en un hueco vacío, 
allí donde nadie pudo encontrarlo.
Agazapado, como un animal herido,
esperando un rescate.



Cartografía de una herida

Escribo para llenar los huecos que dejaron las cicatrices.

Para poder gritar en silencio a mis renglones

 lo que nunca le grité al mundo.

Para no dejar morir lo que creí muerto en mí.

Y para convencerme de que existo y sobrevivo.

Que perdonen mis renglones,

mi pluma y mis fracasos,

si pisoteo la incoherencia

con unas letras que no se sostienen.





No soy lo que escribo

Quisiera tener un motivo por el que seguir luchando, pero acabo vencido y somatizando mi angustia.
No me encuentro en los lugares donde creí pertenecer, y a veces pienso que debería huir para salvarme.
Ya no encuentro en mí ningún refugio donde pueda guarecerme de la tormenta.
Ya no sé dónde colocar los sentimientos para que no me abrasen por dentro.
No es tan fácil escribir sobre tus sentimientos sin filtros que los adornen. Así, a quemarropa. Deshaciéndote de tu coraza y dejando que el mundo lea en qué se reduce tu estado de ánimo.
Que, en ocasiones, estás arriba y, de repente, eres consciente de la realidad y te lanzas al vacío.
Qué vacíos se sienten los sentimientos cuando no se expresan adecuadamente. Cuando los reprimimos para no entorpecer el camino de nadie, sin darnos cuenta de que vamos dejando huecos difíciles de llenar.







Versos vacíos

¿Cómo quieres que escriba un poema,
si ya no hay palabras que salven nuestros renglones?
Lo que fue brisa se volvió huracán.
Ya no siento que el sol de invierno acaricie mi piel, 
ni que la abrace con su tibieza.
Todo se ha vuelto eco
una voz que no regresa.
Una página en blanco que se resiste a nacer.
Y en mis manos, el temblor de lo no nos dijimos,
de lo que no fuimos, 
de lo que ya no seremos.







El valor del silencio

Déjame alejarme de todo;
solo necesito encontrarme
y saber que no han sido en vano
todos mis esfuerzos.

Que incluso el árbol más fuerte
se quiebra con el viento, pero aún roto,
sus raíces siguen abrazando la tierra.

Déjame caer, si es necesario,
para entender el valor de levantarme de nuevo. 
No busco huir,
solo silencio…
un refugio lejos del ruido del mundo,
donde pueda escucharme de nuevo.

Volveré.
No ilesa,
pero más sabia.
No igual,
pero más yo.



Rendición invisible

¿A qué distancia se encuentra la esperanza de la frustración?
Porque siento que ya he recorrido demasiados kilómetros sin encontrar un motivo que me convenza de que vale la pena seguir caminando, mientras veo cómo sangran mis pies.
He escalado montañas donde el vacío era mi único compañero, y ya no sé si los árboles danzan o si, en su movimiento, me suplican auxilio.
Observo cómo caen las hojas secas e intento descubrir en mí nuevos brotes.
No soy del frío, soy de primavera, pero ya me cansa esperar a que las flores más fuertes rompan el asfalto.
Nunca me rindo—repito esa frase una y otra vez para convencerme de que es verdad—pero mi mente insiste en formular la misma pregunta:
¿Cuántos intentos son razonables antes de rendirse?






Silencio quebrado

Veo cómo se quiebran las palabras rendidas ante la ausencia. 
Y me pregunto qué pesa más: la ausencia o el vacío que deja. 
Muda la palabra, agotada y aturdida, deja espacio a un grito que reverbera en el silencio de oídos sordos.
Ya no nace la palabra; solo tiembla en el hueco de algo que ya no se distingue de una despedida.



Saldar la deuda

Sostuve los recuerdos entre mis manos.
Los estrujé como si fueran hojas secas.
Quise que se los llevara el viento.
Mientras contemplo la danza de los árboles, intento capturar en mi memoria 
algunos de los buenos momentos.
Me debo tanto... que no tendré suficiente vida para devolverme todo.
Para poder sanarme.
Así que ya es hora de comenzar a saldar mi deuda.
Y creo que debo comenzar por perdonarme.












Cuando me encuentres

Acércate despacio, muy despacio.
Tal vez no lo notes, pero todavía tiemblo.
Es curioso lo que el alma puede gritar en silencio.
Toca suavemente, ahí donde un día dolió… y todavía duele.
Acaricia lo invisible: mis miedos, mis recuerdos, lo que solemos esconder detrás de una sonrisa.
Tal vez no lo sientas, pero estás liberando a mis demonios.
Sé esa persona que no busca explicaciones, que sabe leer las lágrimas antes de que caigan.
Y si un día, sin querer, me ves llorar frente a ti…
Sabrás entonces que te has colado en mi alma, en el rincón más frágil y vulnerable.
Y créeme… desde ahí, ya no habrá regreso.




Romper el asfalto sin romperse de nuevo

¿Y si dejáramos escapar las letras como globos sin rumbo?
Que nadie detenga nuestro vuelo cansado.
Que las palabras acudan a nuestros labios sin dificultad alguna, aunque tiemblen,
aunque duelan al pronunciarse, y podamos plasmarlas en un papel que nunca juzga.
Que despertemos, de una vez, de ese sueño sordo en el que estamos sumidos.
Que dejemos de reprimir todo lo que sentimos y no decimos.
Desnudarnos el alma y arrojar la coraza, sin miedo a que nos lastimen de nuevo.
Y que, desde nuestras grietas,
nazcan esas flores que aprendieron a florecer sobre el frío asfalto del abandono.
Romper el asfalto sin romperse de nuevo.



Sombra y silencio

Hay días en los que avanzas diez pasos,  y sin embargo, otros días solo queda una sombra que se alarga en el silencio,  como si el tiempo se...