Hasta que anochezca

Apareces cuando menos lo espero.

Cuando pensé que ya no volverías.

Sigilosamente, te acercas y vas construyendo tu castillo, que es mi celda.

Mientras, arañas mi piel con los restos de tus escombros.

Te cuelas en mi garganta con aire seco y contaminado, desciendes hasta la tráquea y llegas a

mi pecho, aprisionándolo con tanta fuerza, que temo dejar de respirar.

Sigues ahí, en el mismo lugar.

No distingo tu silueta, aunque sé que estás.

Arañando mis noches con tus partículas de fino cristal

Dejando fisuras que se incrustan en mi piel

Cuando creí que ya no volverías

Y despierto

Y respiro

Y ya no estás

Hasta que anochezca




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un poema para cada herida

Todavía me quedan heridas en la piel a las que no les he dedicado ningún poema. Todas tienen algo en común: no las he nombrado, no las he mi...