Esa fina línea que me sostenía en la tela de araña en la que me balanceaba
sin cerciorarme de que podía caer al vacío
Aunque ya no me asustan los abismos
Ahí aprendí de lo que soy capaz
Todavía aprieto los puños con los abrazos y me hago pequeña
Esa niña me persigue allá donde vaya
Me avisa de las tormentas y de los días de frío
Todavía me pregunta si tengo miedo y no sé qué contestar
Lleva un paraguas consigo por si le da por llorar
Que no le cale los huesos y los recuerdos
Que luego no hay manta que abrigue las noches
Ni los miedos
Ni los recuerdos
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