Comenzar a liberarse

Otras voces habitan mi mente. 
Me prestan sus alas.
Me ceden sus brazos, que me sirven de refugio.
Acarician mi vulnerabilidad.
No se esconden.
No me apagan.
No me azotan hasta sangrar los nudillos.
Me quieren viva.
Lejos del abismo.
Despejando mis atardeceres.
Desmembrando mis monstruos.
Me quieren viva 
Sin heridas.
Sin soga.
Sin armas.
Sin miedo.
Y por primera vez en mi vida.
Les cedo el control.
Y me libero. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un poema para cada herida

Todavía me quedan heridas en la piel a las que no les he dedicado ningún poema. Todas tienen algo en común: no las he nombrado, no las he mi...