Me siento como esas motas de polvo que flotan danzando bajo el sol, pero no van a ningún lugar.
Mientras levito, los rayos del sol impregnan mi rostro de tristeza y resbalan como pequeñas perlas efímeras que se evaporan con el calor.
Aprieto mis manos contra mi pecho como si quisiera exprimir el jugo de la dicha.
El ungüento perfecto que mate la tristeza
Y de vez en cuando
Solo de vez en cuando
Me permito doblegar mi fuerza
Tejer con mis propias manos la melancolía
Y coser una manta en mis costillas para esas noches frías
Espero que te guste lo que lees
Si te ha gustado, puedes apoyarme y adquirir un ejemplar de Kintsugi, mi primer poemario.
Muchas gracias por leerme.
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