Saldar la deuda

Sostuve los recuerdos entre mis manos.
Los estrujé como si fueran hojas secas.
Quise que se los llevara el viento.
Mientras contemplo la danza de los árboles, intento capturar en mi memoria 
algunos de los buenos momentos.
Me debo tanto... que no tendré suficiente vida para devolverme todo.
Para poder sanarme.
Así que ya es hora de comenzar a saldar mi deuda.
Y creo que debo comenzar por perdonarme.












Cuando me encuentres

Acércate despacio, muy despacio.
Tal vez no lo notes, pero todavía tiemblo.
Es curioso lo que el alma puede gritar en silencio.
Toca suavemente, ahí donde un día dolió… y todavía duele.
Acaricia lo invisible: mis miedos, mis recuerdos, lo que solemos esconder detrás de una sonrisa.
Tal vez no lo sientas, pero estás liberando a mis demonios.
Sé esa persona que no busca explicaciones, que sabe leer las lágrimas antes de que caigan.
Y si un día, sin querer, me ves llorar frente a ti…
Sabrás entonces que te has colado en mi alma, en el rincón más frágil y vulnerable.
Y créeme… desde ahí, ya no habrá regreso.




Romper el asfalto sin romperse de nuevo

¿Y si dejáramos escapar las letras como globos sin rumbo?
Que nadie detenga nuestro vuelo cansado.
Que las palabras acudan a nuestros labios sin dificultad alguna, aunque tiemblen,
aunque duelan al pronunciarse, y podamos plasmarlas en un papel que nunca juzga.
Que despertemos, de una vez, de ese sueño sordo en el que estamos sumidos.
Que dejemos de reprimir todo lo que sentimos y no decimos.
Desnudarnos el alma y arrojar la coraza, sin miedo a que nos lastimen de nuevo.
Y que, desde nuestras grietas,
nazcan esas flores que aprendieron a florecer sobre el frío asfalto del abandono.
Romper el asfalto sin romperse de nuevo.



Saldar la deuda

Sostuve los recuerdos entre mis manos. Los estrujé como si fueran hojas secas. Quise que se los llevara el viento. Mientras contemplo la dan...